La educación crea oportunidades y ayuda a renovar vidas

 «Pedí a los alumnos beneficiarios del curso de alfabetización en lengua portuguesa que escribieran un pequeño texto en forma de ficha sobre cómo les resultaron a cada uno de ellos las clases de portugués y me lo enviaran». Así fue como la profesora Maria de Magdala, pedagoga y voluntaria humanitaria de la Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI), encontró una forma muy inclusiva y cuidadosa de enseñar algo que va más allá del conocimiento del portugués.

  El curso de alfabetización en lengua portuguesa, que tuvo lugar en el Centro Cultural y de Formación Indígena (CCFI) de Boa Vista, Roraima, en los meses de octubre y noviembre de 2024, tuvo un enfoque que combinó la enseñanza del portugués con diversas actividades culturales y creativas. La iniciativa de la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI) fue una extensión de las acciones desarrolladas por el sector de Intervención Educativa en Situaciones de Respuestas Humanitarias y Emergencias.

Según la Red Interinstitucional para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE), «este tipo de educación garantiza la protección física, psicosocial y cognitiva que puede sostener y salvar vidas. La educación en situaciones de emergencia es esencial en situaciones de crisis como: conflictos, situaciones de violencia, desplazamientos forzados, desastres y emergencias relacionadas con la salud pública, entre otras». 

Atención a las demandas de la comunidad migrante indígena en la Misión Roraima Humanitaria

El curso de alfabetización, que tuvo una carga horaria de 76 horas, capacitó a jóvenes migrantes refugiados, a partir de una demanda de la comunidad migrante indígena, identificada mediante consultas realizadas por los servidores humanitarios de la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI). 

La iniciativa reafirma el compromiso de la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI), a través de la Misión Roraima Humanitaria, con la promoción del desarrollo integral, ofreciendo soluciones a problemas reales y, en este contexto, ayudó a fomentar herramientas individuales para la autonomía y la integración de los migrantes indígenas en su nuevo contexto social y cultural. 

Como explica Aajhmaná, servidora humanitaria, «para la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI), cursos como el de alfabetización en portugués constituyen el pilar, la base que permite a los migrantes indígenas integrarse en la sociedad, abriendo las puertas a una mejor comunicación y expresión de sí mismos y de la propia cultura indígena que traen consigo, y también para que tengan acceso al mercado laboral, a las escuelas para los más jóvenes y a la sociedad en sí misma, en la relación con los brasileños. Sin esta base, difícilmente se integrarían de una manera espontánea, las relaciones serían más puntuales, más frías…». 

Los frutos plantados a través del minucioso acompañamiento de la profesora y de todo el equipo de colaboradores de la Fraternidad –Misiones Humanitarias (FMHI) se percibieron rápidamente. María de Magdala afirmó que «en pocos días, algunos migrantes indígenas comenzaron a hablar portugués con fluidez y se convirtieron en intérpretes para los demás cuando no entendían algo. Nosotros, como colaboradores, no nos preocupamos tanto por el idioma, sino por la acogida y por brindar condiciones para que los migrantes indígenas se desarrollen. Es claro que es una barrera, pero se vuelve más fácil cuando el migrante se siente acogido».

Aajhmaná destacó que «pudieron empoderarse un poco más y ganar confianza en sí mismos, por lo que ese empoderamiento, esa autoconfianza, fueron una clave muy presente en la tónica de este curso de alfabetización para relacionarse con otras personas, para salir del entorno del refugio y ver la sociedad en la que se encuentran insertos». 

Gladys, una de las participantes del curso de alfabetización, destacó la importancia de haber participado en esta iniciativa, expresando: «El curso que hicimos me ha ayudado mucho. Ahora entiendo lo que antes no entendía y estoy muy orgullosa por eso. Muchas gracias; cada día estoy practicando y me ha ayudado mucho, ¡gracias!».

Según María de Magdala, la metodología propuesta para el curso, no formal, se basó en un enfoque inclusivo, ofreciendo estímulos que llevaron a los alumnos a reflexionar y comprender lo que se escribía y se decía. Según ella, «el diálogo se incorporó a través de actividades, desarrollando así habilidades y competencias sociales y emocionales, y para ello se utilizó la Educación para la Cultura de la Paz. «Nos dimos cuenta de que era muy importante trabajar esta línea, ya que fortalecía el autoconocimiento, la autoestima, la empatía, la diversidad, la multiculturalidad y el fortalecimiento de prácticas de intervenciones concretas sobre la realidad, indicando el camino del liderazgo por el servicio para la transformación de uno mismo y de la realidad en la que viven».

Este sentido de empoderamiento y la percepción de evolución y desarrollo también se pudieron percibir en las palabras del exalumno Enrry, quien expresó: «Ahora me siento más seguro para comunicarme; sé que aún tengo que aprender, pero siento que el curso me ha ayudado a desarrollarme más».

Valoración de la Artesanía en la Educación en situaciones de Emergencia

Además de las clases, el curso fomentó prácticas manuales como la artesanía, que desarrolla la creatividad, la concentración y la sensibilidad, proporcionando beneficios para la salud mental y motora de los participantes. Este enfoque intergeneracional permite a jóvenes y adultos compartir experiencias y fortalecer sus lazos comunitarios.

Una investigación realizada por la terapeuta del bienestar y especialista en manualidades Betsan Corkhill, con 3545 artesanos, reveló que la artesanía y los juegos mentales tienen cualidades beneficiosas para el desarrollo del cerebro y la salud emocional. Estas actividades conducen a la relajación mental y mejoran el estado de ánimo y la comunicación social, lo que ayuda a generar confianza. Los cinco sentidos se agudizan al intentar superar un reto impuesto al cerebro y se fortalecen las habilidades motoras, especialmente en las manos.

Según la educadora Maria de Magdala, «como herramienta educativa, la artesanía también resulta una opción muy positiva en relación con las habilidades que puede desarrollar en los jóvenes, ya que en estas actividades desenvuelven diversas aptitudes, como la atención al detalle, la coordinación, las habilidades manuales, el sentido estético y la resolución de retos. También aprenden a trabajar en equipo y a dar continuidad a los proyectos. Además, muestran atributos como la capacidad de superación, la creatividad, el liderazgo, la planificación, la paciencia y la persistencia».

Esta persistencia fue percibida por el servidor humanitario voluntario de la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI) Juan Diego, quien enfatizó con alegría cómo esta fuerza de voluntad de los migrantes contribuyó al éxito de la acción educativa: «Fue una victoria, porque estos niños y niñas se mantuvieron firmes hasta el final, aprendiendo y uno de ellos incluso está transmitiendo lo que aprendió a otros».

En un contexto migratorio y de ayuda humanitaria, la educación cobra más fuerza, sentido y alcance cuando está imbuida de un sentimiento de pertenencia y valoración de la identidad cultural, y esto solo se consigue con empatía, acogida y entrega por parte de quienes acogen. De esta manera, la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI), a través de su Sector de Intervención Educación en Situaciones de Respuestas Humanitarias y Emergencias, sigue reforzando el papel de la educación como herramienta de integración, en un país que es la puerta de entrada para los migrantes procedentes de Venezuela.