En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, la cultura y la ancestralidad del pueblo Kariña que mantiene viva su identidade

«La danza es un elemento primordial para nuestro pueblo, es a través de ella que nos identificamos como Kariña», afirma la matriarca Diolimar. En estas palabras se revela uno de los rasgos más profundos de esta cultura, íntimamente ligado a su cosmogonía, según la cual fue a través de la danza como se originó el mundo.
Y es este movimiento el que acuna y al mismo tiempo arraiga la cultura del pueblo Kariña, que desde temprana edad inicia a los niños en el Mare-Mare, danza ancestral que celebra la vida, los ciclos de la naturaleza y la conexión entre los antepasados y las generaciones actuales. La danza, enseñada a los jóvenes, se ha convertido en una forma de mantener viva esta herencia: al aprender los pasos, los cantos, el toque de los instrumentos y el significado de las vestimentas, asumen el papel de guardianes y transmisores del legado Kariña.

Ser kariña hoy, reitera Diolimar, «es tener identidad cultural y étnica» y, más que eso, «es preservar y autodeterminar nuestra cultura». Esa autodeterminación a la que se refiere es un derecho esencial de los pueblos indígenas y, a través de él, definen, de forma libre y autónoma, cómo desean vivir y expresar su cultura. Es una elección consciente que revela la resiliencia para mantener viva una herencia ancestral frente a los desafíos del presente.
La fecha recuerda que la diversidad cultural y el conocimiento tradicional son patrimonios valiosos de la humanidad, cuya continuidad depende del respeto, la valoración y la protección de los pueblos que los mantienen vivos.
Esencia y cultura del pueblo kariña
Los kariña son un pueblo originario de la región norte de Sudamérica, con presencia histórica en Venezuela, Guyana y Surinam. Su cultura está marcada por profundas manifestaciones artísticas y espirituales. Entre ellas, la artesanía con la producción de redes (chinchorros), cestas y utensilios producidos con fibras naturales, como la palma de buriti (moriche), son símbolos tanto de utilidad como de tradición.
La música y la danza, especialmente el Mare-Mare, marcan las celebraciones y fortalecen los lazos comunitarios. Las flautas de bambú, los tambores y las maracas acompañan tanto las festividades como los rituales como el Akaatompo, el Bomankaano y el Bepeekotono, ceremonias que honran a los muertos y conectan generaciones.
La lengua kariña, aunque amenazada, es un pilar identitario. Su preservación es un reto, pero también una prioridad para quienes entienden que perder la lengua es perder una parte esencial del alma de un pueblo.

A Voz da Juventude
La voz de la juventude
Deilimar, una joven kariña, destaca la importancia del Día Internacional de los Pueblos Indígenas como un momento fundamental para reafirmar los derechos de los pueblos originarios. Según ella, a pesar de los avances en la visibilidad de estas causas desde la creación de la fecha, los jóvenes se enfrentan a retos para vivir su identidad, especialmente fuera de la comunidad. Entre estos retos, destaca «la falta de un espacio físico para la comunidad kariña, la valorización de la lengua materna y la necesidad de una educación intercultural que reconozca y fortalezca su cultura». Además, Deilimar refuerza que «el acceso a derechos como la demarcación de tierras, la salud y la educación siguen siendo cuestiones esenciales para el pueblo kariña».

Esta autonomía garantiza que las decisiones sobre el presente y el futuro cultural partan de la propia comunidad, y no de imposiciones externas. Es fundamental para la preservación de las culturas indígenas porque protege la transmisión de conocimientos entre generaciones, impide la desnaturalización de las tradiciones y fortalece la identidad colectiva. Cuando los pueblos pueden conducir su propia vida cultural, mantienen vivo un patrimonio inmaterial que enriquece no solo a sus comunidades, sino a toda la humanidad.
El apoyo humanitario y la interculturalidad
Reconociendo estos desafíos que enfrentan los pueblos indígenas en situación de migración forzada y refugio, la Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI) actúa de manera estratégica para fortalecer y preservar las diversas culturas indígenas. A través de la Misión Roraima Humanitaria, en Boa Vista, y del Centro Cultural de Formación Indígena (CCFI), se promueven encuentros de conocimientos tradicionales y ferias indígenas que exponen y comercializan productos de diferentes pueblos originarios. Como explica el servidor humanitario Juan Diego, «estas actividades abarcan talleres de medicina tradicional, producción de ollas de barro, pintura con pigmentos naturales, pintura corporal, confección de biojoyas y danzas típicas, todas ellas acciones que incentivan y valorizan la continuidad de las expresiones culturales indígenas en medio de los desafíos del mundo contemporáneo».

En el CCFI se realiza un esfuerzo especial para fomentar la valoración y recuperación de la lengua materna, especialmente entre el pueblo Kariña. Como destaca Juan Diego, «uno de los mayores retos a los que se enfrentan las comunidades indígenas es la pérdida progresiva de la lengua, que ya ha afectado a varias generaciones». Por eso, según él, las ferias interculturales que se promueven son momentos fundamentales para fortalecer el vínculo lingüístico, con recitales, representaciones y dramatizaciones realizadas en la propia lengua kariña. Además, «el CCFI trabaja intensamente para rescatar los conocimientos tradicionales, como el uso de las vestimentas típicas, ampliando la preservación cultural no solo del pueblo kariña, sino también de otras comunidades indígenas», añade Juan Diego.
Un futuro posible
La construcción de un futuro posible para el pueblo kariña pasa por la preservación y la valorización de la cultura como fundamento de su identidad. Para Dailimar, «mantener vivas las tradiciones significa garantizar la continuidad de los conocimientos ancestrales y promover el respeto y la valorización de la historia kariña», de modo que las nuevas generaciones puedan reconocer sus raíces y fortalecer su pertenencia.
Luis Tempo destaca que la garantía de los derechos territoriales y culturales es esencial para que el pueblo kariña pueda proyectar su futuro con autonomía y dignidad. Él ve un mañana marcado por el reconocimiento del pueblo kariña, de su cultura y tradiciones, junto con la implementación de una educación diferenciada que valore estos conocimientos y asegure el fortalecimiento de la identidad indígena.

La matriarca Diolimar refuerza que el mantenimiento de la cultura depende del compromiso de los jóvenes, y ese compromiso ya se puede observar a través del grupo de jóvenes que ya viene promoviendo la danza, los rituales y las demás tradiciones kariña. Su sueño es que Brasil conozca y respete estas manifestaciones culturales, repartidas por diferentes estados, y que garanticen que la cultura kariña siga viva, vibrante y presente para las futuras generaciones.