Moda e Costura: Empoderamento e Resiliência para Mulheres Indígenas Migrantes

«Es como si estuviéramos recreando la cotidianidad natural de los indígenas, que es aprender de generación en generación». Fue con este sentimiento genuino de contribuir a la continuidad cultural de los pueblos indígenas atendidos por la Misión Roraima Humanitaria, que el servidor Juan Diego, de la Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI), recordó el curso de costura que tuvo lugar en el Centro Cultural y de FormaciónIndígena (CCFI).

Sabemos que la crisis humanitaria que viene dificultando la permanencia de los pueblos originarios venezolanos en sus tierras, muchas veces separándolos de sus familias, deja profundas marcas difíciles de borrar de sus corazones. Por otro lado, esta misma crisis contribuye al debilitamiento de la herencia cultural de estos pueblos, costumbres milenarias, enseñanzas profundas que se van perdiendo con el paso de los días, a medida que experimentan otras realidades geopolíticas y socioculturales como refugiados en otro país.

Tradicionalmente, los niños indígenas aprenden muchas cosas con sus padres y parientes cercanos, como hermanos y abuelos. Los conocimientos se transmiten durante las actividades cotidianas o en momentos especiales, como rituales y fiestas. Así aprenden desde pequeños a coser, a mano, prendas más comunes como el taparrabos, las polleras o la ropa en general. Los materiales más utilizados en la costura ancestral son plumas de animales, hojas de plantas, cortezas de árboles, fibras vegetales como lianas y paja, semillas o abalorios.

Con la idea de fortalecer esta costumbre tan tradicional entre las mujeres indígenas de coser y confeccionar ropa, y con el objetivo de profesionalizar esta actividad, la Fraternidad – Misiones HumanitariasInternacionales (FMHI) promovió el curso Moda y Costura en el Centro Cultural yde Formación Indígena (CCFI). El curso formó a ocho mujeres indígenas de los pueblos Taurepang, Akawaio, Warao, Wayúu y Arekuna.

En la formación se enseñaron técnicas de costura en máquina semiindustrial y modelado, y se estimuló la creatividad. En esta oportunidad, las participantes indígenas aprendieron técnicas de costura contemporáneas y también sobre moda, pero sin perder sus raíces. El resultado fue la expresión de creaciones de ropa contemporánea como herramienta de empoderamiento y autonomía.

«Aprenden y transmiten los conocimientos de costura a máquina a otras generaciones y a mujeres migrantes de otros albergues, de otros pueblos». La facilitadora, indígena migrante del pueblo Wayyú, aprendió el oficio en el CCFI a través de cursos y de indígenas con más experiencia, y ahora hace lo mismo, transmitiendo sus conocimientos a las generaciones más jóvenes. Esta vez estuvieron presentes tres generaciones, representadas por una familia: la abuela, su hija de 17 años y su nieta de pocos meses», dijo Juan Diego.

De este modo, el taller de costura del CCFI se ha convertido en una especie de incubadora de negocios, porque después de los cursos,  algunos han seguido aprovechando el local para poner en práctica los conocimientos adquiridos, confeccionar ropa, hacer publicidad y recibir pedidos del exterior, con lo que han abierto perspectivas para sus propios negocios. Algunas, como es el caso de la facilitadora del curso, han comprado o adquirido máquinas con la ayuda de agencias humanitarias, en asociación con organismos gubernamentales y a través de licitaciones públicas, y ahora tienen la oportunidad de coser profesionalmente y constituir así su fuente de ingresos.

«Siempre hay muchos retos cuando se pone en marcha una nueva iniciativa. Cada vez que están dispuestas a aceptar una invitación, surgen obstáculos relacionados con la salud, los hijos, las tareas domésticas, etc. Lo primero para superarlos es nuestra presencia en el refugio, recordándoles la fecha y la hora en que todo va a suceder. La otra actitud que las ayuda a superar sus problemas es explicarles la importancia de montar un negocio de costura para su futura emancipación y autonomía financiera», explica Sarah, servidora humanitaria de la Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales(FMHI).

La migrante venezolana Yasmery, del pueblo Wayuú, facilitadora de esta edición del curso Moda y Costura, reflexionó que «la costura puede ser una herramienta de transformación para estas mujeres migrantes porque, con lo que han aprendido, y con sus habilidades y confianza, pueden tener su propia empresa para que, de ese modo, puedan tener sus propios ingresos y ayudar a sus familias a salir de su situación económica actual…».

Yasmery también destacó que el curso fue una oportunidad para fomentar el empoderamiento de las mujeres indígenas participantes, al afirmar: «Lo que más me impactó como facilitadora fue ver a las participantes entusiasmadas y con confianza en sí mismas al querer aprender y formarse en costura y, con esta confianza, fueron capaces de lograr el objetivo, que era producir un par de pantalones cortos».

En cuanto a la oportunidad de autonomía financiera que les brindó el curso, Yasmery subraya: «Además, trabajar y capacitar a mujeres indígenas fue una experiencia maravillosa; poder verlas desarrollar sus habilidades y aprender a partir de su cultura indígena. Fue una experiencia maravillosa, de verdad, ver cómo la costura puede transformar la vida de muchas de nosotras, las mujeres, para que podamos montar nuestros propios negocios y generar ingresos.»

Se pudo percibir que la capacitación fue bien recibida por las mujeres indígenas migrantes que se beneficiaron de ella, y se ha convertido en una parte importante de la vida de las participantes, debido a la importancia del aprendizaje y del intercambio de conocimientos entre las generaciones indígenas, como sucede tradicionalmente. También les ha servido como trampolín para que puedan continuar su perfeccionamiento profesional, camino que aún no han explorado.

Los relatos de las indígenas participantes en el curso de Moda y Costura expresan alegría consigo mismas, seguridad para continuar con sus vidas en otro país y satisfacción por poder ser ejemplo de superación a sus descendientes en este momento de exilio.

Pudimos ver cómo el curso influyó en la autoestima de una participante, que dijo: «Ahora me gustaría enseñar a otras personas lo que he aprendido; puedo coser para mí, para mi familia e incluso puedo regalárselo a otra persona o venderlo también. Con el curso, me sentí muy contenta, feliz conmigo misma, con mi vida, tal como soy, ¡una migrante indígena warao!». Otra participante dijo que «fue muy importante, porque estoy dando un ejemplo a mis hijos».

De este modo, la formación técnica y las enseñanzas contemporáneas han contribuido a la autonomía de las mujeres migrantes beneficiadas y al fortalecimiento de la comunidad, tanto en términos del fortalecimiento de la identidad cultural y generación de ingresos, como de la integración de la población indígena en un nuevo contexto social. Con esta iniciativa, la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI) no solo ha contribuido al aprendizaje de un oficio, sino también a la construcción de un sentimiento de pertenencia y de resiliencia frente a los retos que se afrontan durante el desplazamiento forzoso. «En el curso adquirí conocimientos para poder seguir adelante con mi vida a partir de ahora», concluyó una indígena participante del curso.