Sin medir esfuerzos en la Respuesta Humanitaria

A menos de un mes de la apertura del albergue más reciente, Fraternidad – Humanitaria (FFHI) asume la gestión del quinto albergue indígena en Roraima.

El 15 de febrero llegaron los primeros beneficiarios a la reapertura del albergue Nova Canaã. Menos de un mes después, el pasado 10 de marzo, se reabrió el albergue Tancredo Neves, que también se encontraba en régimen de contingencia desde fines de 2020, de reabrir sus puertas, pero ahora con un nuevo perfil: indígenas venezolanos.  

Reabertura abrigo Tancredo Neves

Este es el quinto refugio específico para esta población, y todos están bajo la gestión de la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI). Como   la demanda de refugio de esta población vulnerable sigue aumentando, a pesar de que la frontera entre Brasil y Venezuela permanece cerrada debido a la pandemia, la institución continúa sin medir esfuerzos en la respuesta humanitaria. 

Se incrementó el equipo de voluntarios, se crearon nuevos puestos de trabajo, se revisó el presupuesto, se recalculó la logística, se reubicaron equipamientos, todo para preparar el espacio para esta nueva fase con una nueva población. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y Operación Acogida, a través de las Fuerzas Armadas, continúan siendo socios en este emprendimiento, así como en los otros refugios. 

Según Ricardo Baumgartner, administrador operativo de la Fraternidad- Humanitaria (FFHI), “la idea es que, en este momento, el albergue Tancredo Neves sea un punto de reunificación familiar”. A medida que llegan nuevos migrantes indígenas que ya poseen familiares viviendo en algún albergue, las familias se están reunificando, “pero como los albergues ya están llenos, en Tancredo Neves se reunificarán las familias más numerosas, haciendo espacio en los otros albergues para que el proceso suceda en todos ellos. » La reunificación fortalece los lazos familiares y trae un aliento de esperanza, haciendo más llevadero el dolor de la migración forzada. 

Conociendo la historia de algunos de los albergados

Reabertura abrigo Tancredo Neves

Alonso, de 53 años, vive en Brasil desde hace tres años en el albergue Janokoida, en Pacaraima. Decidió venir a Boa Vista, con su esposa y una hija, en busca de mejores oportunidades laborales. Tiene un hijo, una nuera y un nieto en el refugio de Nova  Canaã, además de una sobrina y el esposo. Espera trasladarse brevemente junto a los familiares más cercanos: “Me dijeron: ‘¡Ven aquí! ¡Vamos, hay sitio para ti aquí!»

Su objetivo es llegar a Manaos, donde tiene varios familiares: otro hijo, dos hermanos, cuñadas y sobrinos. Planea ahorrar dinero para el viaje, ya que lo están llamando para vivir en esa ciudad: “¿Cómo voy para allá? No tengo dinero. Si tuviera dinero, si tuviera un trabajo allá en Pacaraima, me iría directo a Manaos ”. 

Cristina, de 56 años, y Luizito, de 58, una pareja, llevan menos de dos meses en Brasil. Venían directamente de la comunidad indígena en la que habitaban en Venezuela. Allí vivían principalmente de la agricultura familiar y la pesca, pero relatan que “la cosa en ‘Los Caños’ está fea, está muy cara, la comida está muy cara… cara, cara  de verdad, ¡muy cara! ¡En Venezuela ya no podemos vivir! Por eso vinimos aquí, buscando una vida mejor, para tener al menos qué comer. Porque allí el alimento es muy caro: ¡hay que comprar en dólares!”. 

También tienen familiares en Brasil, pero están más lejos: «algunos viven en Belém, algunos viven en Río de Janeiro, algunos en Brasilia, no sé dónde queda». Por ahora, no piensan ir más lejos, porque para llegar aquí el viaje fue muy agotador y tuvo varias fases: un tramo en lancha, otro en autostop, un poco en ómnibus y el último tramo, para entrar a Brasil, la hicieron a pie: “¿Sabe a qué hora llegamos a Pacaraima? A las 9 de la noche, todo el día sin comer nada, nada, nada; ¡No podíamos soportar más el hambre!». 

Ejemplo para el mundo

Reabertura abrigo Tancredo Neves

Actualmente, la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) tiene casi 1850 beneficiarios en la sumatoria de los 5 albergues indígenas; el 50% de la población es menor de 18 años. La perspectiva es que el número de personas atendidas seguirá aumentando, en vista de lo que informan los que llegan sobre la situación en el país vecino. 

Una crisis humanitaria sin precedentes en América del Sur. Una respuesta humanitaria articulada entre varios actores, sin medir esfuerzos, que sirve de ejemplo para el mundo.