Crear vínculos y construir confianza

Los integrantes de la Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI) llevaron a cabo actividades pedagógicas cognitivas, emocionales y psicomotoras con doce niños y adolescentes con necesidades educativas especiales en la Casa de la Infancia Santa Isabel de Luanda (Angola).

Se elaboraron materiales específicos para ofrecer una prestación más personalizada que contribuyera a la identificación de prioridades en la enseñanza/aprendizaje de cada uno de ellos, y así estimularlos a desarrollar sus potencialidades.

«Vimos que la participación de algunos adolescentes en una actividad grupal más compleja, como la técnica del mosaico, podría fomentar una mayor confianza en sí mismos. Para otros niños y niñas, jugar con las letras, formando palabras, podría ser una forma de seguir incorporando una herramienta para la lectura», explica Angélica Baglivo.

También se realizaron actividades como juegos vocales y masajes para estimular todo el aparato fono-articular. Estos ejercicios contribuyen a la corrección de patrones musculares, estimulan la movilidad facial y la adquisición del lenguaje y de la comunicación.

Las actividades se desarrollaron individualmente y en grupo. En el ámbito individual: juegos didácticos con letras, líneas curvas y rectas, colores y rompecabezas. En tareas de grupo: música, ritmos, elongaciones, confección de cuadernos, diseños con la técnica del mosaico.

 «El tiempo que compartimos fue muy enriquecedor, nos permitió crear lazos y construir confianza», expresa Angélica.

La servidora humanitaria explica que, a través de las actividades desarrolladas, fue posible identificar desafíos y potencialidades y, a partir de ahí, generar propuestas para que la iniciativa pueda continuar y profundizarse en la Casa de la Infancia Santa Isabel en 2023.

Ni uno menos

Una mirada a la realidad de las personas con discapacidad en situaciones de emergencia, crisis prolongadas y respuestas humanitarias

Según el Informe Mundial sobre la Discapacidad, más de mil millones de personas en todo el mundo viven con algún tipo de discapacidad, de las cuales unos 200 millones experimentan considerables dificultades funcionales.

En todo el mundo, las personas con discapacidad tienen peores perspectivas de salud, niveles de escolaridad más bajos, menor participación económica y mayores índices de pobreza que las personas sin discapacidad. En parte, esto se debe a que las personas con discapacidad se enfrentan a barreras para acceder a servicios como la salud, la educación, el empleo, el transporte y la información. Estas dificultades se exacerban en las comunidades más pobres.

Los conflictos armados, las catástrofes socioambientales y las crisis prolongadas tienden a afectar especialmente a los más marginados: niñas y mujeres jóvenes, familias con bajos ingresos, niños y jóvenes que viven sin padres, refugiados, personas con discapacidad y ancianos. Para paliar esta situación, los agentes humanitarios, las organizaciones, las agencias de la ONU y los gobiernos están realizando un intenso trabajo por encontrar mejores abordajes para gestionar las emergencias, modificando el proyecto de construcción y realizando ejercicios de entrenamiento para los equipos de respuestas humanitarias.

El responsable de Educación en Emergencias de la Fraternidad-Misiones Humanitarias (FMHI), Anderson Santiago, recuerda que «en situaciones de emergencia y crisis, es habitual que las necesidades de las personas con discapacidad queden invisibilizadas en medio de las demás demandas de la mayoría de la población. En este sentido, las oportunidades para que esta población continúe desarrollándose y reciba atención y cuidados dignos también suelen ser limitadas, especialmente cuando se trata de niños y adolescentes».

E adverte: “implementar iniciativas e programas que incluam pessoas com deficiência é um dever humanitário, para que a dignidade da vida se faça cumprir em todas as suas vertentes, apesar da emergência. Muito além de bens materiais, a atenção a pessoas com deficiência deve estar imbuída de presença e empatia dos servidores humanitários que se ofertam”.

O físico teórico e cosmólogo britânico, Stephen W Hawking, reconhecido internacionalmente por sua contribuição à ciência, sofria de Esclerose Lateral Amiotrófica, uma doença degenerativa do sistema nervoso. Foi convidado a escrever o prefácio do Relatório Mundial sobre Deficiência e, em seu texto, afirma: “Temos a obrigação moral de remover as barreiras à participação e de investir recursos financeiros e conhecimento suficientes para liberar o vasto potencial das pessoas com deficiência”.

Entre os compromissos da Carta para «Inclusão de Pessoas com Deficiência na Ação Humanitária», destaca-se a imperativa necessidade de reconhecimento das “valiosas contribuições existentes e potenciais das pessoas com deficiência ao bem-estar comum e à diversidade de suas comunidades, e que a promoção do pleno exercício, pelas pessoas com deficiência, de seus direitos humanos e liberdades fundamentais e de sua plena participação na sociedade resultará no fortalecimento de seu senso de pertencimento à sociedade e no significativo avanço do desenvolvimento humano, social e econômico da sociedade, bem como na erradicação da pobreza”.