Mosaico – El arte de resignificar

Pequeños trozos de azulejos de colores, espejos y cerámica se van encajando meticulosamente y, hasta que empiezan a cobrar forma y sentido, requieren paciencia y disciplina para lograr la composición perfecta. Y así surgen corazones, flores, pájaros.

El mosaico, técnica artística milenaria, es una herramienta importante utilizada en la educación artística porque, a la vez que reúne, restaura y ordena piezas y colores, dan un nuevo significado a emociones y afectos.

«En algún momento de la vida todos sufrimos algún tipo de fragmentación, por lo que la técnica del mosaico nos invita a dar un nuevo sentido a estos fragmentos uniendo piezas de diferentes formas, diferentes colores, y esto va conectando, formando también otros aspectos en nosotros», explica la servidora humanitaria de la Fraternidad – MisionesHumanitarias Internacionales (FMHI) y monja de la Orden Gracia Misericordia, hna Rosa, que se involucró en los talleres de mosaico, de forma lúdica, artística y divertida, con adolescentes y jóvenes de la Casa de la Infancia Santa Isabel, en Luanda, Angola.

Hna Rosa cuenta que otros aspectos que se trabajan con la técnica son la persistencia, la confianza en uno mismo y la capacidad de superación. «Es muy bueno identificar que los adolescentes y jóvenes superan la inseguridad y el miedo que a veces nos traban, pero que en grupo, trabajando la inclusión, somos capaces, porque ¡juntos somos más fuertes!».

Luíza Angélica, de 13 años, cuenta con alegría cómo reaccionó al ver el resultado final del trabajo: «Cuando vi el mosaico, vino a mi mente: ¿Yo hice esto? ¿Podrá ser? Sí, lo hice bien y disfruté haciéndolo lo mejor que pude».

Respeto por las distintas perspectivas

Durante el desarrollo de la actividad, los participantes pudieron descubrir diferentes perspectivas y sensaciones respecto al arte que estaban desarrollando colectivamente. Aprendieron a expresar y aceptar ideas diferentes sin conflictos, de forma armoniosa.

Letícia Rafaela, de 16 años, describe su experiencia: «Al principio quise desistir, pero luego reflexioné y vi que era mejor continuar, porque me estaba ayudando mucho compartir con mis hermanos aquí [en la Casa de la Infancia Santa Isabel], a comprender a los demás, ver las dificultades que tenían y, sobre todo, valorar la idea de los otros. Compartí mis ideas con ellos y ellos compartieron las suyas conmigo, sin que nadie me faltara el respeto, sin competir, fue muy bueno”.

Símbolos de amor y paz

Se celebraron dos talleres de mosaico, uno en julio y otro en noviembre. En cada uno de ellos se eligió una temática diferente. Hna Rosa explica que en el taller de julio se eligió el corazón como un gesto de amor y gratitud al continente africano, por su belleza y sus colores.  En noviembre crearon una paloma blanca, símbolo universal de la paz. «Trabajamos los conceptos de amor y paz con los adolescentes y jóvenes: cómo cultivar la paz, evitar peleas y conflictos. Y así, en el lugar donde se colocó el mosaico con la paloma blanca, creamos un espacio de paz», remarca la servidora humanitaria.

A través de la educación artística, utilizando la técnica del mosaico, se puede desarrollar la percepción, la imaginación, la observación. Se pueden organizar pensamientos, sentimientos y emociones. Se crean buenos hábitos, se enseña el respeto mutuo, el amor, la paz, la colaboración, la solidaridad y la fraternidad.