Erradicación del trabajo infantil, esfuerzo de la comunidad internacional

“El niño no debe trabajar. La infancia es para soñar”.

El año 2021 ha sido declarado por la ONU como el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil. Bajo el liderazgo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la comunidad internacional ha intensificado sus esfuerzos para erradicar el trabajo infantil en todas sus formas.

Tan relevante es el tema para la OIT, que esta organización instituyó, en 2002, el 12 de junio como el Día Mundial de la Lucha contra el Trabajo Infantil, con el objetivo de concienciar a la sociedad, tanto a los trabajadores, como a los empleadores y a los gobiernos de todo el mundo contra la explotación de niños y adolescentes. Ese año se presentó en la Conferencia Internacional del Trabajo el informe global sobre trabajo infantil, y desde entonces, cada año se propone un tema para una campaña de sensibilización y movilización de la sociedad. En Brasil, la fecha se instituyó en 2007.

Las estimaciones de la OIT indican que hay 152 millones de niños sometidas a trabajo infantil en el mundo, 73 millones de ellos en trabajos peligrosos. Del total de la fuerza laboral precoz, el 70% trabaja en la agricultura, principalmente debido a la pobreza y las dificultades de los padres para encontrar un trabajo con una remuneración digna.

En Brasil, en las últimas dos décadas, ha habido avances en las políticas de combate al trabajo infantil, pero todavía hay 2,7​​millones de niños, niñas y adolescentes, entre 5 y 17 años, explotados como mano de obra en los más diversos sectores del país, de los cuales 59% son niños y 41% son niñas. La mayoría se encuentra en las regiones Sudeste (ochocientos cincuenta y cuatro mil) y Nordeste (ochocientos cincuenta y dos mil), seguidas de las regiones Sur (cuatrocientos treinta y dos mil), Norte trescientos once mil) y Centro-Oeste (doscientos veintitrés mil).

La Fraternidad – Humanitaria (ffhi) estimula la autonomía de la población refugiada

El tema es complejo para la sociedad en su conjunto, ya que es muy común creer que el trabajo infantil tiene un valor pedagógico. Es aún más delicado cuando se trata de niños, niñas y adolescentes indígenas bajo la condición de refugiados, como los indígenas venezolanos que viven en los cinco refugios que maneja la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), en el estado de Roraima.

En estos refugios se desarrollan acciones específicas para erradicar el trabajo de niños, niñas y adolescentes, que engloban un conjunto de actividades que promueven la recreación, la creatividad y el aprendizaje que, indirectamente, contribuye a cohibir el trabajo infantil. También se desarrollan actividades que posibilitan la profesionalización de jóvenes y adultos y su inserción en el mercado laboral.

A través del Sector Medios de Vida, la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) ha trabajado en la construcción Soluciones Duraderas, creando estrategias para promover formas de subsistencia y más autonomía para los refugiados que viven en albergues. Se ofrecen cursos profesionalizantes, de mayor o menor duración, como corte y costura, informática, panadería y seguridad en el trabajo, entre otros.

Cuanto más preparados y familiarizados con el idioma, más fácil es para los refugiados ingresar al mercado laboral. Con ello han disminuido situaciones que antes eran muy comunes en las calles de Boa Vista: mujeres y niños indígenas que practican la mendicidad, que ellos llaman recolección . ¡Aún queda mucho por hacer!

¡Aún queda mucho por hacer!

Entre las diferentes acciones, se destacan los proyectos de Educación Artística con procesos y prácticas continuas para niños, jóvenes y adultos, creando ambientes de aprendizaje seguros en las prácticas educativas informales y actividades lúdicas, promoviendo la participación, la inserción y la creatividad.

Algunos ejemplos de estos proyectos se desarrollan en refugios con adolescentes y jóvenes a partir de los 13 años. La coordinadora del Sector de Arte-Educación , hermana María de Lourdes, monja de la Orden Gracia Misericordia, dice que: “las actividades se centran en los cuatro ejes de la educación: música, deportes, educación artística y agroecología. Las actividades tienen como objetivo ofrecer un espacio seguro y confiable, donde se cultivan valores de paz y fraternidad, evitando situaciones de explotación”.

La hermana María de Lourdes enumera las actividades realizadas: “En el área de educación artística, ofrecemos clases de danza y expresión corporal, dibujo y pintura. En el área de música: clases de guitarra, de canto, juegos y ritmos musicales. En agroecología: cuidado de los espacios agroecológicos en el refugio Pintolândia y en el Centro Cultural de Formación Indígena, donde se realizan actividades de preparación de canteros para el cultivo de plantas medicinales, riego de plantas, manejo de plataneros, cuidado del compostador, además a actividades lúdicas. Las actividades deportivas, como voleibol, fútbol y otros juegos, se desarrollan en asociación con representantes de las comunidades albergadas”.